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Hugo Yasky – En la Comisión Comercio de la Cámara Diputados sobre el supuesto acuerdo con EE.UU.
1. Se habla de un acuerdo entre EE. UU. y Argentina que todavía no existe. Sin embargo, en caso de que se conozca su contenido, es muy importante que podamos empezar a discutir en el Congreso, que hay una convocatoria con la presencia y el testimonio que desde distintas miradas, viertan sectores de nuestra economía que hablan con conocimiento de causa acerca de las consecuencias y de las implicancias de este tipo de acuerdos. El Parlamento es el ámbito en el que lo tenemos que hacer y estamos en mora con nuestro mandato constitucional. Hay tres artículos de la Constitución que lo establecen claramente.
2. A pesar de que se trata de un acuerdo “nonato”, claramente ha habido un hecho que fue el desencadenante. Y no se trató de un acuerdo entre países ni entre naciones, fue un acuerdo entre dos personas, un presidente de Estados Unidos de Norteamérica y otro presidente de Argentina. ¿Cuál es la prueba de ello? El propio presidente Donald Trump nos informó públicamente que ese supuesto acuerdo sólo existiría si los argentinos votaban a Milei. Dijo: “vamos a ser generosos y sino les vamos a soltar la mano”. De este modo, en términos de relaciones internacionales, partimos de una anomalía. No es un acuerdo entre la República Argentina y Estados Unidos de Norteamérica, sino entre Donald Trump y el señor Javier Milei.
3. Este origen tiene una deriva que se expresa en que nuestro país integre un paquete de países cuya condición económica los hace incomparables con la Argentina. Porque si uno mira los otros tres países: Guatemala, Ecuador y El Salvador, son países que no tienen ni desarrollo industrial, ni desarrollo en el sector de energía nuclear, ni desarrollo en la producción satelital, ni desarrollo en el plano de la elaboración de medicamentos. Nuestra incorporación en ese grupo es absolutamente forzada e irracional.
4. Cuando comparamos este acuerdo fantasma con el vergonzante Pacto Roca Runciman, parecería que era mejor aquel pacto, porque en ese momento Argentina aún no tenía gran desarrollo industrial. No tenía un tejido de empresas Pymes, no tenía generación de empleo, ni actividad en el terreno nuclear, etcétera. En todo caso, la subordinación a Inglaterra que implicaba aquel acuerdo obturaba un posible desarrollo. Hoy obliga, además de condicionar nuestro futuro, a destruir sectores de nuestra economía que ya existen.
5. No se trata, como plantea el oficialismo, de miradas ideológicas. Nadie habló, ni mencionó la palabra ideología. Acá estamos discutiendo el interés nacional, que tiene que ver con salvaguardar las condiciones para el desarrollo estratégico de nuestro país; para proteger el empleo; para proteger la industria; para proteger la producción nacional; para proteger los avances en el terreno de la industria de los medicamentos. En definitiva se trata de no ser ilusos y pensar que el acuerdo entre el tiburón y la sardina no requiere nada más que gestos de buena voluntad y de apertura. Eso es una mirada que propicia una especie de ceguera a partir del principio de ingenuidad.
6. Nosotros tenemos que discutir esto porque el gobierno tomó la determinación de avanzar. Pero las preguntas que podrían haber sido pertinentes son: ¿Queremos discutir un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos de Norteamérica?: ¿Queremos formar parte de los BRICS? ¿Le conviene más a la Argentina, le conviene más al agro, a la industria, a la posibilidades de desarrollo en el terreno nuclear estar en el espacio de los BRICS o estar en un acuerdo con Estados Unidos? Porque con este último, somos economías más competitivas que complementarias.
7. Nos conviene pensarlo desde este punto de vista, en lugar de hacer un dosaje de sangre, a ver cual es la comodidad ideológica de un circunstancial presidente. Porque eso es mirar con una ceguera terrible. Es pensar que la eternidad se va a llamar Javier Milei.
Vamos a definir acuerdos que van a atar a la Argentina por años, a condicionar sus procesos productivos, sus procesos de desarrollo en el terreno de la economía del conocimiento. Y también su desarrollo en el plano social, porque una sociedad sin empleo se vuelve una sociedad siempre injusta. ¿Vamos a atar nuestro futuro a la ideología del que hoy gobierna la Argentina?


