La secretaria general adjunta de la Junta Interna de ATE Conicet La Plata y militante de ATE Conicet Mujeres y Disidencias, Agustina López Villar, visitó en Jujuy a Milagro Sala, detenida arbitrariamente desde hace casi seis años.
En diálogo con CTA Comunica, López Villar contó cómo fue haber visitado y charlado con “La Flaca” y cómo está física y anímicamente la líder de la Tupac Amaru.
Por otro lado, la compañera estatal, quien también integra la agrupación Construcción, graduadxs de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata, relató los inicios y actualidad de su militancia en la Verde y Blanca y en el espacio de Mujeres y Disidencias.
“Hace poco que soy delegada sindical. No tuve antes una participación militante activa. Tengo 42 años y en tres cambió un montón mi vida. Empecé a trabajar en Conicet a raíz de que me echaron de un trabajo. Estaba embarazada. Integro una agrupación de base, “Construcción”, de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata, que es de graduadxs hoy en día. Ellxs me proponen a la Junta Interna de La Plata, hay más de 3000 trabajadorxs en La Plata y me proponen formar parte. Una vez que yo me afilio al sindicato, durante el macrismo, al principio iba a ser secretaria de género. Cuando se empezó a armar la Junta Interna que es de unidad, las agrupaciones políticas más grandes que conforman Conicet y universidad en La Plata, que están súper amalgamados en la relación laboral, a partir de ahí me proponen y acepto. Con un susto, una responsabilidad. ‘¿Podré?’. ‘Sí -me dicen- cómo no vas a poder’. Y al final, a la hora de negociar, porque en la Junta Interna hay gente del PO, hay trotskistas, está la Verde y Blanca, yo entré como la Verde y Blanca y me proponen ser Secretaria Adjunta.
A partir de ahí me empecé a formar, a desafiar un poco de lo que es la militancia sindical y la verdad es que me siento cómoda. Me encuentro. La forma de cambiar la realidad de nuestro país, en el pequeño granito de arena que puede poner cada unx en donde le toque militar. Es algo que hablábamos con la compañera, que una cosa es militar en los barrios, donde las necesidades son muy claras, ¿no? Por más que sean muy difíciles de conseguir esos cambios de realidad. A mí me toca militar en un ambiente en donde la meritocracia es la base, digamos. Es muy difícil que un trabajador del Conicet, que haya pasado por la universidad pueda entender que su crecimiento tiene que ver con el crecimiento del pueblo. Hay una cultura meritócrata que es parte de la construcción que la derecha ha hecho a lo largo del tiempo. Entonces dentro del Conicet, y yo como trabajadora administrativa, que es el escalafón más bajo, me siento cómoda haciendo sindicalismo. Me gusta, disfruto y me hace muy feliz”.
- ¿Cuál es tu experiencia, en tanto compañera, mujer, de tu inserción en un ambiente como el sindicalismo, que puede ser muy machista, patriarcal, aunque con la intención, en algunos lugares, de deconstruirse?
- Mi experiencia hoy en día es dura, es complejo ser mujer en el sindicalismo. De hecho, estamos en una época donde se discute. Se discute el machismo, el patriarcado, la forma de organización. Es complejísimo. Hoy me doy cuenta porqué me proponen ser secretaria adjunta y no otro cargo dentro de la Junta Interna. Porque son lugares en donde si no tenés experiencia y no tenés una construcción de base propia es difícil traccionar, más siendo mujer. Entonces lo que yo veo y puedo analizar respecto de eso es que por un lado tenemos las disputas de las mujeres, y que siempre tenemos que estar acompañando, y que, por otro lado, veo que hay un modelo de construcción sindical que no solamente es patriarcal y masculinizado, sino que además confronta con las nuevas generaciones, con las nuevas ideas. O sea que es difícil romper con esto de que ‘lxs jóvenes no saben un carajo lo que es la construcción’. Entonces yo creo que se mezcla la importancia de lo que es la agenda feminista, que muchas veces se toma como una agenda propia de las mujeres y las diversidades, cuando en realidad las políticas de género son transversales. Pero la verdad es que se avanza y en la Verde y Blanca hay un espacio de discusión. No es que el camino está allanado, hay que dar la discusión.
- Además de una cada vez más amplia participación de las mujeres, disidencias y juventudes en el sindicalismo, ¿cuáles otros aspectos considerás como avances dentro de la militancia sindical?
- Tenemos capacidad de organización. A mi edad, 42 años, vengo de la antipolítica, del menemismo. Transité el kirchnerismo y las discusiones políticas. Luego vino el macrismo y la pandemia, donde fue muy batallada la discusión política y hoy nos encontramos con gente con ganas de discutir política, de que la militancia tenga un trasfondo político y de que se discutan ideas. Es imperioso eso para nosotrxs y desde ahí donde podemos construir. En los lugares de confianza se puede decir lo que se piensa, lo que se siente y qué modificaría, qué modelo político quiere. Este contexto de pandemia también nos mostró que lxs autoconvocadxs, que claramente no nos agrada que se organicen por fuera del sindicato, sí podemos reconocer dentro de ellxs que hay organización, que tiene que estar conducida por la representación sindical. Más allá de quién la organice. Me parece que hay una necesidad de organización. Que el sindicalismo, más allá de los vaivenes mediáticos y los vaivenes que tiene cualquier tipo de construcción, con gente honesta, laburadora, comprometida, sigue siendo una opción para lxs trabajadorxs.
- ¿Cómo llegaste a Milagro? ¿Qué te generó verla y charlar con ella?
- Sentí estar, en ese momento, en representación de tanta gente que estaba contenta de que yo pudiera ir. Y yo no soy el mejor exponente, ni la mayor referencia, ni la más formada ni la que más militó. Sentí la responsabilidad de transmitirle nuestro orgullo, nuestro afecto y lealtad incondicional a la persona que nos demostró que de barro más barro se puede cambiar la realidad de nuestro pueblo. Se puede generar poder popular, libertad. Libertad de construir, de saberse autónomo, solidario, de saberse con derecho a tener una vida digna. La compañera Milagro es nuestra Evita. Es nuestro faro. Hay que construir poder, sostenerlo y ser referente. No, poder como un mandato sino poder contra la oligarquía, poder contra la derecha. Es interesante que la misma lectura que nosotrxs tuvimos en el plenario de ATE Verde y Blanca en la provincia de Buenos Aires es la lectura de la compañera. Hay que organizar al pueblo, hay que darle de comer al pueblo y hay que devolverle dignidad. Ir a los barrios, ver qué necesitan, brindarles los materiales para hacer cooperativas. La gente no quiere planes, quiere dignidad, quiere trabajar, progresar. Comida digna, escuelas dignas, trabajo digno. Y organización popular.
- ¿Cómo la viste? ¿Cómo estaba ella anímicamente y con respecto a su salud?
- Son muchos años de persecución, de tortura psicológica. Pero la verdad es que nos abrazamos fuerte y hasta pudimos reír juntas.
- Milagro quiere que la justicia la escuche y le crea. Mientras eso no suceda, ¿qué pensás que se puede hacer políticamente para lograr en lo inmediato su libertad?
- Yo no creo que ella siga creyendo en la justicia. La compañera tiene 17 causas y cuando se cae una le ponen otra y así. Creo que tiene que haber una acción política en donde se logre su libertad y la de todxs lxs presxs políticxs. Milagro es nuestra referenta pero qué pasa con todos los nombres que no conocemos. Y los compañeros que en provincia de Buenos Aires tienen prisión domiciliaria todavía. Tiene que haber una definición política. Esto que hacen con la compañera lo van a hacer con cualquiera. Hay cosas que hay que hacer y son claves. Tiene que dejar de haber presxs políticxs y nuestro pueblo tiene que dejar de pasar hambre.