7 de noviembre de 2016
La pregunta de Michel Rocard sobre “¿cuánta miseria puede aguantar Francia recibiendo inmigrantes pobres?” (de la que parte Miguel Angel Pichetto para una reflexión que avergüenza), puede responderse fácilmente a condición de no darle el giro de la discriminación, el gesto del cierre de fronteras o el aire siniestro de una teoría de la desigualdad social, construyendo naciones de estamentos homogéneos, principio de los neoconservadurismos y neofascismos. Pero si se acepta en cambio que los grandes flujos migratorios enriquecen todas las formas culturales previas de una nación, como lo demuestra la historia moderna de la construcción de naciones, Rocard estaba equivocado en su anuncio de los primeros síntomas del viraje a la derecha del socialismo francés.