Por qué triunfó la extrema derecha. La letra E y los derechos sociales. La autocrítica. El balance de la gestión. Qué papel puede jugar Kicillof.

Por Luca Fernández

Estela Díaz, ministra de las Mujeres, Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, dialoga con este diario y reflexiona sobre el triunfo de Javier Milei y el porvenir de las políticas de género, uno de los blancos principales del discurso libertario.

— ¿Te asombró la victoria de Javier Milei? ¿Estás triste? ¿Tenés miedo?

— Lo que más siento es tristeza, mucho dolor. Me apena profundamente que nos esté pasando esto como sociedad. Tengo temor, pero no en lo personal, porque soy una persona con mucha trayectoria, experiencia, redes personales y recursos que una adquiere a lo largo de una vida militante. Tengo temor por la juventud, por el impacto de esta situación donde la intolerancia, la violencia política y la agresión pasan a ser un acto. Me preocupa por las pibas y los pibes. Con el amedrentamiento quieren que volvamos a las casas o a los conventos, quieren encerradas a las mujeres y a la diversidad. Me apena que los argentinos y las argentinas vivamos esta situación.

—¿Por qué La libertad Avanza apuntó contra las políticas de género y contra sus discursos?

— Hay tres cuestiones. La primera es general y se extiende a escala global, y es que la ultraderecha tiene al feminismo como enemigo principal. Atacan los derechos de las mujeres. La segunda es que aquí el feminismo es un movimiento social muy potente, con capacidad de respuesta, de acción, de movilización de redes y de una sabiduría que se inscribe en un inconsciente colectivo milenario, donde las mujeres hemos sido subalternizadas. Manejarnos en los bordes del poder creó una capacidad muy grande de afrontar las crisis. Somos una amenaza como colectivo a lo que quieren hacer con nuestros derechos. Y la tercera es que una sociedad que profundiza desigualdades, encuentra allí un espacio donde puede llamar a los varones que se sienten amenazados y, desde una propuesta negativa, decirles que defiendan el patriarcado porque es un lugar de privilegio.

—¿Es una batalla cultural?

— Sí, lo nuestro es una batalla cultural y revolucionaria. Lo de ellos es una contrarrevolución. Quieren atacarnos y se agarran de ahí, construyendo un discurso que atrae a los varones más jóvenes. Nosotras creemos lo contrario. Creemos que un mundo feminista es un mundo mejor para los varones.

—¿Por qué sería mejor?

— Porque cuando ellos pueden despegarse de los mandatos de la masculinidad, que tienen que ver con formas del ejercicio de la violencia, de la obturación de las emociones y del cuidado de sí mismos, pueden vivir un poco mejor.

—¿Y a los varones les llega ese mensaje? ¿No sentís que el lenguaje de género y su construcción de sentido excluye a los menos interesados en el tema?

— Puede haber pasado. El tema del lenguaje siempre produce muchas resistencias. Se notó el rechazo de la derecha. De hecho Horacio Rodríguez Larreta dispuso su prohibición en CABA. De todas maneras, creo que eso ha sido un fenómeno del activismo más joven, más vanguardista. No es algo que se haya generalizado. Los libertarios se toman de ahí como una excusa para oponerse a la cuestión. Tengamos en cuenta que el uso del femenino en el lenguaje ha sido resistido históricamente para usar el femenino.

—¿Ejemplo?

— Siendo presidenta, Cristina Kirchner tuvo que sacar una resolución para que le dijeran presidenta, con A. Hubo periodistas de derecha (y algunos dentro del mismo campo de los derechos y del progresismo) que escribieron editoriales para decir que le iban a decir "presidente", haciendo una etimología de la Real Academia Española. No es nuevo, porque está claro que el lenguaje hace sentido y es ideológico. En la Argentina se prohibió decir las palabras ’Perón’, ’peronismo’, y ’Evita’. Las mujeres hemos estado prohibidas muchas veces en la historia de la Humanidad. Siempre hay disputa.

—También repercutió mucho la frase "Hablan con la E y la gente no tiene para comer".

— Es un tiempo donde crecen las desigualdades socioeconómicas y la redistribución de la riqueza es regresiva, como ha pasado en los últimos ocho años. Además del lenguaje, en cuanto a la agenda feminista y la diversidad sexual, avanzamos mucho en el terreno simbólico de los derechos pero no tanto en la vía práctica. Ahí si me parece que quedamos en un flanco débil en torno a poder ser la excusa, el chivo expiatorio de los problemas que tenemos en la sociedad. Y es mentira, no es cierto que hay más pobreza porque el Estado se dedicó a que hubiera un programa para acompañar a víctimas de violencia. Todo lo contrario. Los presupuestos que tienen los ministerios de Género no explican en lo más mínimo los problemas económicos de la Argentina.

—¿Y cómo se trabaja en ese sentido?

— Lo hemos conversado mucho en el ministerio con las compañeras feministas. Tratamos de cuidar mucho que las temáticas que abordamos estén muy ligadas a las demandas que recibimos, para no despegarnos de las mujeres y las diversidades de a pie, y que las problemáticas que discutimos para la gestión sean las que nos dicen ’miren, queremos que ustedes se ocupen de esto’. Las etapas de mayor reducción de brechas de desigualdad de género fueron durante el primer peronismo, de 1945 a 1955, y durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Fueron tiempos muy redistributivos en términos de riqueza e inclusión de la sociedad, y eso tuvo temáticas fundamentales de ampliación de derechos políticos y de ingresos. Cuando eso se desacopla, y la vida es más dura, más difícil, no te alcanza la plata para llenar la heladera y la discusión está puesta en si hablo con E o con O, eso es utilizado como un factor de enojo social.

—¿Eso influyó a la hora de convencer a los votantes? ¿Se puede construir sentido en relación al género con una inflación tan alta? ¿O son caminos separados?

— Van de conjunto. Somos parte de un proyecto político. Yo no creo en un feminismo liberal, creo en un feminismo popular. Entiendo que la justicia social es con igualdad de género, pero la igualdad de género sólo es posible si se logra la justicia social. Ahí hay una relación en los dos sentidos. Obviamente el enojo fundamental de la sociedad se expresa en el voto a Milei, y lo eligen a él porque no tiene historia ni pasado. Él puede decir cualquier cosa porque no se puede corroborar. Frente a otras propuestas que sí estaban corroboradas, la sociedad evaluó que no le dio las respuestas que necesitaba y que le prometieron, y frente a eso eligió a un personaje que las cosas que dice son increíbles.

—La Libertad Avanza mató dos pájaros de un tiro...

— Un factor predominante en la intencionalidad del voto tiene que ver con la situación económica, resultado de un 150 por ciento de inflación y de ocho años de pérdida de poder adquisitivo. Allí aparece un pensamiento reaccionario contiguo que es poner en cuestión la perspectiva de los derechos humanos, que incorpora los derechos de las mujeres. Nosotras siempre luchamos diciendo que, en un país con tanta potencia en derechos humanos, debemos lograr y entender los nuevos derechos, que hoy son los de las mujeres. Ellos, en cambio, entienden lo mismo pero en ataque hacia esos derechos. Son negacionistas del terrorismo de Estado, del cambio climático, y son negacionistas de los derechos de las mujeres. Son ultraliberales para todo, menos para las mujeres. Son profundamente tutelares, patriarcales y conservadores. Quieren liberalizar todo lo que sea mercado y masculino con poder económico.

—¿Qué va a pasar con el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires?

— El gobernador Axel Kicillof asumió el compromiso de continuar y profundizar el camino recorrido. Se vienen días de mucha tarea para todo el gobierno bonaerense. Kicillof, como dirigente y líder de este proceso, y en particular el ministerio de Género, serán una referencia potente no solo en Buenos Aires sino a nivel nacional. No vamos a tener más el ministerio a nivel nacional, y allí hay políticas, programas y trabajadoras que merecen respuesta. Los libertarios se creen que llegan y arrasan la tierra, pero ganaron sólo el gobierno. El Estado es mucho más que el gobierno de turno. Milei debe respetar que Kicillof fue electo con un amplísimo margen en las elecciones. Tenemos 85 intendencias gobernadas por el peronismo. Hay legisladores, está el Poder Judicial, hay sindicatos, organizaciones sociales. El país es más que solo la voluntad de alguien que viene a arrasar por tierra la institucionalidad.

—Si Milei cumpliera sus promesas, ¿qué pasaría con las políticas de género en el territorio bonaerense?

— Milei es un negacionista de la violencia de género. Ha dicho que no existe. Por lo tanto, los programas que atienden esta problemática, cuya existencia está absolutamente demostrada, serán desfinanciados porque ésos son sus planes. No tenemos garantía de continuidad. El programa Acompañar, que es el que más recursos traía del ministerio de Nación, es un programa que aporta un salario mínimo por seis meses a mujeres que están en situaciones graves de violencia por razones de género. Es una política muy importante como herramienta en el proceso de la salida de la violencia. Otro ejemplo es la línea 144, una línea telefónica que articula en todo el país. En el conurbano muchos casos se comunican a través de esa línea, lo que genera una constante articulación. Lo mismo pasa con la construcción del Sistema Único de Datos de Violencia de Género, que es muy importante porque construye una historia y permite intervenir de manera continua gracias a que no faltan datos. Ni hablar del fortalecimiento local de las direcciones de género, cuyo apoyo también es garantizado por Nación. Hay 25 equipos interdisciplinarios en cabeceras del departamento judicial. Contribuyen en el trabajo cuando se asiste y se acompañan las situaciones. A eso sumémosle el desarrollo productivo, donde apoyamos a organizaciones que trabajan con mujeres en salida de la violencia. Eso ha tenido recursos, asistencia técnica, acompañamiento de los proyectos y el personal.

—¿Qué argumento tenían los bonaerenses para no elegir este camino? ¿Alcanza con defender lo público como principio sin explicarlo concretamente?

— El gobierno de Kicillof actuó con hechos. Nuestro argumento más concreto es el acceso a las políticas públicas, que es real. Hay que dar debates y discusiones, pero cuando las cosas llegan es incontrastable. El Conectar Igualdad bonaerense, que les da computadoras a los pibes y las pibas para que estudien a pesar de su condición, no es discurso. El Viaje de Fin de Curso no es discurso. Es un Estado que decide ayudar a pibes para que tengan la oportunidad que de otro modo tendrían solo aquellos con recursos. La cuenta DNI es otro ejemplo. Vas a comprar los fines de semana y hay colas en las carnicerías, con precios elevados y todo. En género creamos una cantidad de dispositivos que redujeron enormemente la cuestión de que no se atienden las situaciones. Somos una red que trabaja con el Poder Judicial y la Policía, y hasta los distritos más chicos, que a veces atienden diez denuncias por día, dicen ’ahora tenemos acompañamiento’.

—¿Y por qué predominó lo discursivo?

— Porque hay hechos, pero es necesario historizar, politizar y demás, porque a ellos les conviene la depolitización y la deshistoricidad. Te dicen ’son todos iguales’, o ’total yo siempre tengo que trabajar’, pero hay veces en que el trabajo te rinde y hay veces en que no. La crisis en la que estamos es la que no nos ayuda a distinguir estas diferencias. Nuestra sociedad tenía que creer que la dirigencia, que en cuatro años no resolvió los niveles de inflación, iba a poder hacerlo. Era muy difícil. Con 140 por ciento de inflación no hay oficialismo que pueda ganar una elección. Massa hizo una gran campaña, pero no alcanza.

—¿Cómo se sigue?

— Hay que seguir dialogando y escuchando. No se debe perder lo que se ganó en la campaña, que es el cuerpo a cuerpo. Y debemos esperar, porque el proyecto de Milei ya lo conocemos, ya ocurrió, no nos trae nada nuevo. Trae cosas viejas con mayor ferocidad. Quiere privatizar todo y arrasar con los derechos de las mujeres y de memoria, verdad y justicia. A él lo votaron 14 millones de personas, pero muy rápidamente más de 10 millones sufrirán las consecuencias de sus políticas.

—¿Kicillof debe ser la cara visible de la oposición y liderar el peronismo?

— Kicillof está en un lugar de referencia ineludible, gobierna una provincia que es casi la mitad de la Argentina y ha demostrado enorme claridad y consecuencia con los objetivos trazados. Asumió un compromiso con el pueblo bonaerense y defendió su posición volviendo a ser gobernador. Su visión ha dejado una enorme referencia en pie. Tener el poder de la Provincia de Buenos Aires y de muchos municipios es una enorme fortaleza. Kicillof queda en un lugar de liderazgo para el tiempo que viene. Tiene una mirada muy clara en torno de la perspectiva de derechos humanos, Y entiende también cómo se relaciona los principios de Estado presente y feminismo, porque es un compromiso que ha asumido para su gestión y que prometió profundizar.

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