“Los límites democráticos del discurso de odio” fue el título de la tercera mesa de “40 años de democracia: Ciclo de conversatorios sobre luchas, conquistas y debates desde la perspectiva del sindicalismo universitario”, con las exposiciones de Natalia Torres, politóloga y magíster en Políticas Públicas especialista en temas de integridad y género; Paola García Rey, abogada y máster en Leyes en Columbia (Nueva York), directora adjunta en Amnistía Internacional Argentina; y Víctor Abramovich, abogado y magíster en Derecho y Estudios Internacionales, y procurador fiscal ante la Corte Suprema de Justicia.
El encuentro fue moderado por Damián Loreti, ex Vicedecano, profesor titular de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y uno de los impulsores del ciclo, que tomó la palabra para darle un marco a la reflexión: “Caratular como discursos de odio a ciertos discursos públicos tiene consecuencias. Por eso, nos pareció pertinente provocar la reflexión sobre de qué hablamos cuando hablamos de discurso de odio y de qué cuando hablamos de otro tipo de discursos agresivos, intolerantes, que generan climas o que pueden instigar a la comisión de delitos”.
Víctor Abramovich abrió las presentaciones y señaló la importancia de hacerle lugar a estos temas debido a que los discursos de odio pueden generar escenarios de violencia y concluir en crímenes de odio: “El Estado no solo puede sino que está obligado a intervenir en la limitación de la circulación de discursos de odio. En ese sentido, hay una serie de normativas internacionales y constitucionales que obligan a intervenir y que son las mismas que garantizan la libertad de expresión. O sea, tiene la misma base normativa la libertad de expresión que el deber del Estado de limitar la circulación de discursos de odio. Esas normativas se relacionan, por ejemplo, con el desarrollo de medidas de prevención de genocidios y de crímenes masivos; teniendo en cuenta que los crímenes masivos y los genocidios aparecen en escenarios que se van construyendo en el tiempo. Ciertos procesos van generando un clima de hostilidad y de deshumanización que concluyen luego en genocidios y crímenes masivos”.
Para Abramovich, también en defensa de la libertad de expresión se establece la necesidad de limitar la circulación de los discursos de odio: “En los últimos años hay un desarrollo muy importante de obligaciones estatales vinculadas con la prevención de violencia discriminatoria: violencia de género, violencia racista, violencia xenófoba… considerando que la violencia contra grupos o sectores históricamente discriminados afecta la libertad de expresión de esos grupos porque tiene un efecto de silenciamiento que les impide formular sus demandas en la esfera pública, movilizarse por derechos y/o ser reconocidos por el resto de la sociedad”.
A su turno, Natalia Torres caracterizó a los discursos de odio como discursos sociales, entendidos como todo lo que se dice, se narra, se argumenta y se escribe en un momento dado en una sociedad dada.
“Los discursos sociales estructuran el modo en el cual se realizan las interacciones sociales entre las personas. La manera en que nombramos las cosas, en que nos nombramos y nombramos a otros estructuran la interacción social. En las interacciones sociales hay memorias, hay prejuicios y especialmente ideas acerca de los otros, de la otredad. Y son ideas porque básicamente no hay conocimiento empírico acerca del otro. Los discursos de odio funcionan como la precondición dóxica. Es decir, para poder decir algo agraviante de una persona que no conozco alguien tuvo que construir el caso. Así es que la desinformación articula con el discurso de odio”.
En línea con el planteo de Torres sobre las concepciones estereotipadas con prejuicios que se tienen de los otros, García Rey compartió con el público conectado y en la sala algunos de los resultados de las investigaciones que vienen realizando desde Amnistía y que registran los abusos y el acoso en las redes sociales que sufren las mujeres de todo el mundo.
“Fuimos viendo cómo las plataformas y las redes sociales ─que habían funcionado para las mujeres y para los movimientos feministas globales como una herramienta de articulación, de conexión y de amplificación de sus luchas y de sus conquistas─ empezaron a volverse una trampa para ellas mismas en la medida en que encontraban en esos espacios hostilidad, agresiones, aluviones de odio y de violencia nunca antes visto. Al mismo tiempo quedó en evidencia la incapacidad y la inacción de todos los actores de poder sentarse a reflexionar y a pensar qué hacer con esto. Hay un enorme nivel de odio que circula y a la vez una incapacidad total y absoluta por parte de empresas, de estados y demás de generar instancias o herramientas de respuesta a esos contextos”.
“40 años de democracia: Ciclo de conversatorio sobre luchas, conquistas y debates desde la perspectiva del sindicalismo universitario” está pensado a partir de ejes temáticos que se desarrollarán una vez por mes con la participación de distintos invitados e invitadas. (Ver más en: https://conadu.org.ar/se-viene-40-anos-de-democracia-ciclo-de-conversatorio-sobre-luchas-conquistas-y-debates-desde-la-perspectiva-del-sindicalismo-universitario/).
Publicada originalmente en: https://conadu.org.ar/los-limites-democraticos-del-discurso-de-odio-tercera-mesa-del-ciclo-40-anos-de-democracia/